De todas las cosas que amo hacer en esta vida, una de las más bellas es la fotografía. 
Soy afortunada por haber podido encontrar formas de crear y expresarme. 
Y de todas, la más íntima, es la fotografía. 
Incluso más que el dibujo. Más que las palabras. 
La fotografía, en mi, es absolutamente sincera. No hay ningún artificio en el relato. 
Soy yo y mi mirada del mundo.
Mi lente es mi ojo, mi tercer ojo (si vale la comparación). 
No necesito un gran equipo, ni profundos conocimientos técnicos. 
No busco ser reconocida ni premiada. 
Es la necesidad de encontrar ese espacio mágico en mi entorno cotidiano, 
en los lugares que recorro. 
Es la posibilidad de guardar ese mínimo instante, único, que se siente infinito.
“Lo que la fotografía reproduce al infinito únicamente ha tenido lugar una sola vez: la Fotografía repite mecánicamente lo que nunca más podrá repetirse existencialmente. (...)
La foto es literalmente una emanación del referente. De un cuerpo real, que se encontraba allí, han salido unas radiaciones que vienen a impresionarme a mi, que me encuentro aquí; importa poco el tiempo que dura la transmisión; la foto del ser desaparecido viene a impresionarme al igual que los rayos diferidos de una estrella."
 
Barthes, Roland. La cámara lúcida. Nota sobre la fotografía, Paidós Comunicación, 2005


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